Liliana Fuchs
EditorEs uno de nuestros órganos más importantes, y solemos descuidar su salud sin darnos ni cuenta. El papel del hígado es clave, en primer lugar, porque solo tenemos uno, y porque actúa como un filtro que procesa absolutamente todo lo que ingerimos, comida, bebida o medicamentos, separando lo que necesitamos de lo que no. Si no funciona bien, mal asunto.
Un hígado sano funcionará bien él solito, desechando las sustancias que el organismo no necesita, y ayudando a absorber y aprovechar al máximo todo lo que sí, es decir, el resto de órganos y funciones dependen de él. Pero, como decimos, trabaja solo sin necesidad de ayudas extra; por eso las llamadas dietas depurativas, detox o desintoxicantes no tienen ningún sentido. El hígado no necesita limpiarse o depurarse, solo necesita estar sano.
Y he aquí el principal problema a la hora de cuidar este órgano: no nos damos cuenta de que puede estar dañado o sin funcionar como debería hasta que se alarga demasiado en el tiempo, y puede tener efectos muy perjudiciales en la salud, afectando a otros órganos. La principal enfermedad que se le asocia es el hígado graso (alcohólico y no alcohólico), pero también se puede sufrir cirrosis, enfermedades víricas o daño hepático.
El hígado graso es una de las enfermedades de mayor prevalencia vinculadas a este órgano, que afecta ya al 25% de la población española, y está aumentando en niños. Se relaciona con la obesidad, pero también hay pacientes sin signos evidentes de sobrepeso que pueden sufrir de acumulación de grasa en el hígado sin saberlo. La mejor prevención es una dieta saludable y variada, cuyas recomendaciones no difieren mucho de las que se recomiendan seguir a la población general de cualquier edad: vegetales en todas las comidas, grasas saludables, reducir al máximo el consumo de carne, priorizar las legumbres y el pescado para obtener proteínas de calidad y consumir suficiente fibra.
Además es importante mantener una buena hidratación, no beber o reducir al máximo el consumo de alcohol y limitar también los azúcares, incluida la fructosa como edulcorante.
El aguacate, un aliado para cuidar la salud del hígado
Si hablamos de prevenir problemas del hígado, o de potenciar una alimentación que ayude en el tratamiento de enfermedades hepáticas como el hígado graso, el aguacate sería la mejor fruta que podemos incluir en nuestra dieta cotidiana.
Sin que desplace al consumo de otras frutas y verduras, pues en su forma natural y entera -es decir, nada de zumos o licuados, y preferiblemente sin pelar o triturar-, el aguacate, por sus características especiales, presenta ventajas adicionales para cuidar el hígado. Es una fruta con un índice glucémico muy bajo, con un contenido en azúcares muy inferior al de resto de frutas. Además, es rico en grasas saludables beneficiosas para la salud hepática, y también aporta fibra vegetal.
En un estudio de 2015, los investigadores hallaron que el aguacate podría ayudar a reducir los lípidos en la sangre y ayudar a prevenir el daño hepático en personas con enfermedad del hígado graso no alcohólico. Los resultados de revisión de 2019 apuntó a que los ácidos grasos monoinsaturados de esta fruta, ricos en fenoles, podrían ayudar a reducir el riesgo de síndrome metabólico, enfermedad cardiovascular e hígado graso. Sus grasas también se han vinculado con un efecto antiinflamatorio que podría además ayudar a reducir el estrés oxidativo que sufre un hígado enfermo o dañado.
Ante cualquier sospecha de problemas de salud vinculadas con el hígado, lo primero es acudir a un profesional médico para evaluar un posible diagnóstico y tratamiento, en el cual los cambios en la dieta, como incluir la ingesta de aguacate por sus beneficios, pueden ser un valioso complemento a la hora de cuidar la salud de este órgano.
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